Edward Bach
puede ser definido como el pionero
de la moderna Medicina Preventiva. Su método de cura, a base de
esencias floreales (floriterapia), representa un instrumento
simple y eficaz que puede levitar que una enfermedad pueda
manifestarse a nivel orgánico. El deseo del Dr. Bach era que sus
flores curativas estuvieran presentes en todos los hogares, ya que
pensaba que
cada persona era capaz de curarse a sí misma (autocuración) en
los estados agudos de crisis espiritual.
Las Flores de Bach no tienen contraindicaciones y no producen
efectos colaterales, son vendidas libremente en la farmacia o en
la herboristería. Los estados descriptos por Edward Bach se refieren a las debilidades comunes del carácter y del
comportamiento humano y no a síntomas de patologías psicológicas.
Es por ello que para usar en manera eficaz las Flores de Bach no es necesario
tener una formación académica a nivel médico o
psicológico. Lo verdaderamente importante es estar dotados de
equilibrio, madurez, y profunda sensibilidad. La
empatía nos permitirá ver claramente las problemáticas del
interlocutor pero sin proyectar las propias sobre él, sin
"encandilarse" ni distorsionar las palabras y las situaciones que
él
nos relata con el filtro de nuestras necesidades, deseos y
angustias removidas.
A través de nuestros Cursos de
Primer, Segundo y Tercer nivel,
tendrás la oportunidad de aprender a usar correcta y
eficazmente los remedios floreales, con el objetivo de
mejorar la calidad de la vida y poder gozar de una buena salud
psicofísica, volviéndote más desenvuelto, vital, sereno, seguro y
alegre. Aprenderás a reconocer y a definir más claramente
tus estados de ánimo negativos (y los de nuestros seres
queridos y pacientes), para transformarlos naturalmente en positivo.
La
mejor garantía para un estado psicofísico saludable.
Pensamiento
y autocuración
Hoy más que nunca, vivimos demasiado velozmente y nos dejamos avasallar
por responsabilidades excesivas que nosotros mismos hemos querido
asumir. Es la vida misma la que nos lo requiere: los valores, la ética,
el sentido com ún
de entender el bien y el mal,
hacen que quedemos prisioneros de algunos comportamientos demasiados
controlados, no aptos para el individuo, sino establecidos en base a la
moral y a los valores sociales, fuentes de estrés y sufrimiento.
No estamos acostumbrados a descargar hacia
el externo nuestras preocupaciones, sino a esconderlas inclusive
a nosotros mismos. Y de este modo se acumulan y somatizan,
generando numerosos disturbios, inclusive algunos que pueden ser
muy perniciosos.
De este modo nuestros pensamientos
inconscientes se vuelven la fuente misma de nuestro malestar, ya
que quien es insatisfecho no consigue amarse ni aceptarse, y
entonces tiende a cometer una serie de comportamientos
correctivos, que sin embargo se revelan dañinos
para el cuerpo y la mente.
Por ejemplo, el sentimiento de soledad, los enojos los
sufrimientos amorosos, las frustraciones laborales o
familiares, los problemas económicos,
no nos gratifican, y entonces sucede que nos escondemos detrás
de las apariencias, sin darnos cuenta que tal comportamiento
substitutivo no nos compensa verdaderamente, es más, termina por
volverse perjudicial. La necesidad de aparecer bellos,
vencedores, y todo lo que creemos que nos sirva para ser amados
por los demás, nos inducen a desórdenes comportamentales, que se
vuelven un bumerang que se nos vuelve en contra.
Como
primera cosa, entonces, es necesario cambiar los parámetros de
las propias evaluaciones sociales, poniéndolas en progresión,
según un orden armonizado con el propio plano psicológico y
físico... porque seguir persiguiendo resultados imposibles,
materiales o emocionales crea otras descompensaciones.
De ahora en más, reconsideremos nuestras
prioridades, démosle un orden mas afín con nuestro modo de
entender el bien y el mal, y descubriremos que comportándonos
así ya estaremos mejor.
Tal vez ello no contará con la aprobaci ón
de los demás, lo que no significa que nos estemos comportando
mal, sino que tenemos derecho a ser los jueces de nosotros
mismos, y aprenderemos que que para ser amados, hay que aprender
a amarse.
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